Ruben Ávila, idealista de la teoría marxista y severa disciplina militar, siguió con orgullo el llamado del paracaidista del ejército Hugo Chávez cuando lanzó un golpe de estado en 1992 para tratar de derrocar a un presidente que consideraban ilegítimo.
Fue Ávila quien encabezó el asalto al palacio presidencial, conduciendo atrevidamente un pequeño tanque por las escaleras, en un incidente que proporcionó una imagen emblemática del fallido intento de golpe contra el presidente Carlos Andrés Pérez.
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“Estábamos viendo la descomposición del país”, dice Ávila, ahora mayor retirado, explicando la decisión de intentar derrocar al gobierno. “Nuestro movimiento nació para luchar contra un gobierno corrupto e impopular que estaba matando al pueblo venezolano de hambre”, dijo.
Ciertamente eran tiempos difíciles. El gasto excesivo del gobierno y la caída de los ingresos petroleros causaron niveles masivos de deuda. La pobreza, la inflación y el desempleo aumentaron, mientras que los ingresos reales disminuyeron. La corrupción era generalizada y flagrante, y el crimen callejero hacía que los venezolanos se sintieran cada vez más inseguros.
Esa descripción bien podría aplicarse a Venezuela hoy. Su tasa de inflación es la más alta del mundo y muchas personas pasan hambre porque los alimentos básicos son escasos. ¿Qué comida está disponible es demasiado caro para comprar en un salario cada vez menor. Caracas, la capital, tiene la tasa de asesinatos más alta del mundo.
Un camión militar, utilizado por las tropas rebeldes para asaltar el palacio del gobierno en un intento de golpe, en febrero de 1992.
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Foto: AFP / Getty Images Un camión militar, utilizado por las tropas rebeldes para asaltar el palacio del gobierno en un intento de golpe de Estado, en febrero de 1992.
Esas son algunas de las razones citadas por un grupo de hombres que el domingo protagonizaron un asalto a una base militar en Valencia, a una hora de distancia de las oficinas de Ávila en Morón, saliendo con una caché de armas. El gobierno dijo que anuló una rebelión, pero los atacantes dijeron que era sólo la primera parte de un plan más amplio para derrocar al presidente, Nicolás Maduro.
Pero Ávila rechaza la comparación. El atentado contra la base “no fue más que un espectáculo mediático” promovido por “mercenarios y paramilitares comandados por un oficial que desertó, un traidor y cobarde ligado a la misma derecha que nos enfrentamos”.
Ávila, de 55 años, representa a los leales fundamentalistas chavistas que, a pesar de la intensa presión internacional y nacional ejercida sobre el gobierno, sigue firme su defensa del Maduro Maduro y el rumbo político de Chávez, que seis años después de su fallido golpe de Estado caja..
Una vez elegido al poder en 1998, Chávez lanzó una serie de cambios radicales en el país bajo lo que llamó “socialismo del siglo XXI”.
Hoy en día, con ese sistema en crisis, Ávila es uno de los tipos de duros chavistas que ayudan a Maduro a mantenerse a flote en medio de la creciente presión internacional y nacional.