Y si Lorenzo Mendoza gana las elecciones, qué viene después? Veamos.
Se aproximan para el mes de abril las repetitivas elecciones fraudulentas en Venezuela, esta vez las presidenciales. Se espera que se postulen miembros de la oposición, como ejemplo, el principal industrial venezolano Lorenzo Mendoza. Increíblemente, y ojo avizor, tal vez el señor Mendoza u otro opositor de renombre puede ganar esta elección. ¿Por qué? Lean a continuación un supuesto escenario macabro que se pudiera presentar, producto de acciones maquiavélicas muy comunes en dictaduras comunistas.
Digamos que Lorenzo Mendoza gana las elecciones en Venezuela. En las semanas sucesivas nombra su gabinete y conforma su gobierno con asesores militares afines a él. Surgen las protestas maduristas reclamando un fraude en las elecciones. Urgentemente se realiza una auditoría de sistemas que supuestamente arroja a Maduro como ganador. Las Fuerzas Armadas enardecidas por el fraude a la voluntad popular, dan un sangriento golpe de estado acabando con la vida del Presidente, la mayor parte del gabinete y asesores militares. Toma posesión una junta militar comprometida a llamar a elecciones en dos meses, donde evidentemente Maduro es de nuevo candidato del oficialismo. Y lógicamente, el candidato opositor es alguien con una “honestidad” a toda prueba. Maduro gana aplastantemente las elecciones y se impone así la voluntad popular.
Ahora viene la interpretación más real de la estratagema que pueden ser capaces de planificar los elementos del mal que oprimen al país. Cuando la oposición gana las elecciones, se rodea inmediatamente de sus simpatizantes, entre ellos el gabinete, los militares, los organismos públicos y privados, así como los medios. Ahora el oficialismo conoce mejor a sus principales enemigos. Aquellos que estaban encubiertos salen a la luz. Obviamente, ahora les resulta más fácil eliminarlos de un plumazo, y las Fuerzas Armadas serían el brazo ejecutor de esa masacre. Y la idea que venderán, es que el deber de los militares es salvaguardar la integridad de la nación y la pureza del proceso electoral.
Desde luego, esto tiene un doble propósito. Como castigo, las empresas que dirigía el principal industrial venezolano serán confiscadas y pudiera ser la excusa para terminar con la libertad de empresa, o sea, todos los negocios privados serán expropiados, tal como aconteció en Cuba. Al ser eliminados físicamente los amigos poderosos del industrial, se cierra aún más la posibilidad de financiamiento interno para derrocar a la dictadura.
De igual forma, las Fuerzas Armadas serían depuradas, los militares simpatizantes de Mendoza, eliminados o dados de baja y encarcelados. Cuando la Junta Militar haga un llamado a nuevas elecciones, se intentará demostrar ante el mundo que en Venezuela se respeta el sufragio universal y que se auditan los resultados. Evidentemente, al ganar Maduro, se hará nuevamente una auditoría que “comprueba” su triunfo.
Muchos opinarán: esta truculenta trama imaginaria es pura fantasía. Nada de eso, puede ser una macabra realidad. Reexaminemos el caso del patriota-mártir Oscar Pérez.
Cuando el régimen requiere la presencia del más notorio criminal del oeste de Caracas, y que para dialogar con el rebelde Pérez, su verdadera intención era eliminarlo, como de hecho sucedió cuando le dispararon por la espalda.
Los militares que ejecutaron a Heiker Vásquez, a su vez, también fueron silenciados para siempre. Desde luego, inculparon por esas muertes a Oscar Pérez, de manera que se cumplió un doble objetivo: eliminar a un verdadero patriota y a su vez, a un peligroso delincuente que se había convertido en el líder de los barrios populares caraqueños, y que hacía negocios particulares con los alimentos que debía distribuir en la población. También circuló la versión que Heiker secuestró a la hija de un importante personero del gobierno. Aunque fue obligado a liberarla sin cobrar rescate, su ejecución pudo ser una represalia por su osadía, de ser cierto este rumor.
Después de ver y analizar todas las implicaciones de la ejecución de Oscar Pérez y su grupo, vemos de lo que es capaz el régimen de Maduro. Asombrosamente muy parecido al modus operandi del castrocomunismo en Cuba, que les ha permitido esclavizar a esa isla por 59 años. Simplemente, no hay escrúpulos de ningún tipo y la vida humana no tiene valor. Solo les importa la permanencia en el poder a cualquier costo.
Por lo tanto, el escenario de unas truculentas elecciones con un propósito macabro en Venezuela, no es descabellado. Por el contrario, sus dimensiones son bien realistas.
Fuente: elnuevoherald.com