Muchos de los candidatos a la Presidencia andan por estos días hablando de que Colombia va rumbo a convertirse en Venezuela, hablando del castrochavismo y de Gustavo Petro.
Comparan inclusive al candidato Petro con Hugo Chávez y, en no pocas oportunidades, sacan de contexto las declaraciones del exalcalde.
A uno le puede gustar o no Petro, pero hay que reconocerle que de bruto no tiene nada. Por eso durante esta campaña no dirá realmente lo que piensa, aun cuando no hay que ir muy lejos para saber que su ideología es de izquierda radical.
Eso por supuesto lo demostró con sus actos como alcalde y con su discurso populista, que hoy lo tiene liderando las encuestas. Sus decisiones irresponsables con el fisco de la capital, como la de los subsidios en transporte y en servicios públicos, entre otros, demostraron plenamente que es populista. Ahora bien, Petro tiene la habilidad de victimizarse frente a sus críticos y cuenta con un ejército de seguidores en las redes que acaban con cualquiera que se meta con el candidato. La prueba es lo que pasó hace una semana con el escritor Héctor Abad, quien tuvo que cerrar su Twitter por cuenta de los insultos y amenazas que recibió por haber dicho que Carlos Gaviria decía que Petro era tramposo.
Lo mismo le sucedió a Aurelio Suárez, quien en Blu Radio dijo que Petro decía en las reuniones del Polo Democrático una cosa y hacía la contraria. Pero traigo esto a colación porque estoy seguro de que Petro no ha destapado todas sus cartas frente a la posibilidad de que sea presidente. Ahora bien, por eso es que hay que escoger excelentes congresistas que le hagan frente a Petro o al que sea, pues eso básicamente es lo que nos haría diferentes de Venezuela. Un Congreso que no le apruebe normas que atenten contra el sistema democrático colombiano. Y me temo, y espero estar equivocado, que Petro haría un gobierno de izquierda y además populista. Petro demostró cuando fue alcalde que le funcionaba polarizar a los ciudadanos entre los ricos y los pobres. Petro azuzaba y echaba arengas en contra de los ricos de estrato seis, estrato al que él pertenece pero del que denigra permanentemente.
Colombia es un país mucho más institucional que la Venezuela de Chávez. Con todos sus problemas tenemos corporaciones como la Corte Constitucional y el Consejo de Estado, cuyos magistrados controlarían las decisiones de un presidente que por decreto o mediante leyes, si es que las mismas atentan contra el sistema democrático, serían estudiadas y tumbadas, como se dice popularmente.
Colombia no es Venezuela porque tiene unas Fuerzas Armadas despolitizadas y no corruptas como las de Chávez. Unas fuerzas institucionales democráticas, que no permitirían desmanes antidemocráticos de cualquier presidente. Entonces, quienes creen que vamos para Venezuela se equivocan, aun cuando presumo que un gobierno de Petro podría ser un desastre para Colombia, si miramos la catástrofe de su paso por la Alcaldía de Bogotá.
Fuente: El Especttador