La presión internacional empieza a dar resultados diplomáticos ante la ruptura del orden democrático en Venezuela. Por mayoría simple de votos, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha exhortado al Gobierno de Nicolás Maduro a suspender por falta de garantías la farsa electoral del próximo 22 de abril, y convocar a comicios justos, libres, transparentes y creíbles bajo observación internacional. Solamente cinco países votaron en contra (Venezuela, Bolivia, Surinam, Dominica, y San Vicente y las Granadinas).
La votación deja en evidencia el aislamiento que Caracas empieza a enfrentar en el marco regional. Aliados tradicionales del ALBA como Nicaragua, Ecuador, El Salvador o Trinidad y Tobago se abstuvieron. La Comunidad del Caribe (Caricom), que representa 15 votos de los 34 integrantes de la OEA, ya muestra también una tendencia mayoritaria crítica del quiebre del orden institucional venezolano.
Esta evolución en el patrón de votación de la OEA permitiría pensar en la próxima Cumbre de las Américas en Lima como una ocasión propicia para retornar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Desde el 2014 hasta la fecha, han sido innumerables los esfuerzos diplomáticos realizados por la OEA, Unasur, Mercosur y, entre otros, el Vaticano, para establecer un diálogo constructivo con el Gobierno venezolano. El fracaso del reciente proceso entre el oficialismo y la oposición en República Dominicana pone de manifiesto que se ha llegado a un punto que requiere de una medida drástica como sería la inmediata suspensión temporal de Venezuela del organismo hemisférico. La OEA debería seguir el ejemplo sancionatorio del Mercosur.
La comunidad hemisférica exhorta al actual Gobierno de Venezuela a que retome la senda de la democracia, el Estado de derecho, la libertad y la prosperidad del país. Sin embargo, el Gobierno chavista solo se plantea seguir consolidando la dictadura, pese a la condena de toda la comunidad internacional. En este esfuerzo ha movilizado a las Fuerzas Armadas, que incluyen medio millón de efectivos, en una acción de fuerza y control que abarca todo el país. El llamado Operativo Independencia 2018 se está trasformando en una grave fuente de represión contra la oposición, como ha advertido la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. También en un elemento de tensión en la frontera con Colombia.
En este contexto, la presión diplomática internacional debe seguir siendo la estrategia principal contra los continuos excesos del régimen venezolano. Potencias extracontinentales con influencia económica y política en Caracas, como es el caso de China y Rusia, deberían sumarse al esfuerzo regional para que Venezuela restaure la democracia y el Estado de derecho. No es razonable que tanto Beijing como Moscú intenten ampliar un buen relacionamiento con América Latina y, al mismo tiempo, apañen la consolidación de la dictadura en Caracas, lo que afecta y mina los esfuerzos diplomáticos hemisféricos por la restauración de la libertad venezolana.
Fuente: infobae.com