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Venezuela: solo hay una salida para la economía más miserable del mundo

Venezuela cerró la primera semana de marzo con una inflación anual mayor a 5.000 %, la tasa más alta del planeta, según el profesor de economía de Johns Hopkins University, Steve Hanke, experto en el tema de hiperinflación.

Vivir con tan altos niveles de inflación es desconcertante. El aumento vertiginoso de precios, que se duplican en poco más de un mes, distorsionan las señales de mercado.

 “En una economía de mercado normal, al encender el radio llega una señal perfecta”, Hanke le explicó al PanAm Post, “pero en el caso de hiperinflación, al encender el radio hay un estallido de estática y no se puede escuchar nada”.

Empleadores públicos y privados se ven obstaculizados por la estática al intentar definir sueldos. En menos de dos meses el gobierno venezolano ha duplicado el salario mínimo a más de 1,3 millones de bolívares (alrededor de $6 dólares) —cifra que incluye un bono de alimentación—. Sin embargo, es suficiente solo para comprar dos huevos al día. Para poder pagar una canasta básica familiar se necesitan más de 20 salarios mínimos.

El deterioro acelerado del poder adquisitivo se hace evidente en el numero de personas que mueren de hambre y la incapacidad de pagar tratamientos médicos. Los productos básicos son costosos y además, gracias a los controles de precio, se han convertido altamente escasos. Personas que hurgan en la basura por algo de comer o mueren de alguna enfermedad tratable con antibióticos comunes (ahora casi imposibles de encontrar) es cosa de todos los días en la Venezuela de hoy.

Según un estudio reciente, los venezolanos perdieron 11 kilos en promedio en el 2017, y más del 87% vive en la pobreza.

“Venezuela tiene, de lejos, el mayor índice de miseria en el mundo”,  dijo Hanke al PanAm Post. Por el tercer año seguido, en el 2017 el país se llevó el premio de ser el mas triste y miserable del planeta.

Los países con alta inflación y señales de precios perdidas quedan sumergidos en el caos y la inestabilidad. Sin embargo, en la historia solo se han reportado 58 casos en el mundo de hiperinflación —definida como 50 % de inflación por mes por al menos 30 días consecutivos— según la Tabla de Hiperinflación Hanke-Krus. Venezuela se convirtió en el caso número 57 en diciembre de 2016 (Zimbabue regresó a la lista por segunda vez como el caso 58 en 2017) y así fue su bienvenida:

“Venezuela, bienvenida a los libros de records. Has entrado en la esfera vergonzosa de la hiperinflación. Es un mundo de caos, pobreza desgarradora, y muerte. Sus proveedores deberían ser encarcelados y las llaves tiradas”.

La muerte del bolívar

La inflación devastadora del país llegó con el colapso de la moneda. “La muerte alzó su guadaña contra el bolívar venezolano”,  escribió Hanke en el reporte introduciendo la hiperinflación venezolana.

“El comienzo del proceso [inflacionario] es siempre igual”, dijo Hanke al PanAm Post.“Siempre hay alguna razón por la cual se desarrolla una brecha entre los gastos y los ingresos del gobierno, y lo que termina haciendo es ir al banco central a vender bonos”.

“Las autoridades fiscales le ponen una pistola en la sien al presidente del banco central, y este prende la maquina de imprimir billetes”, explicó.

En Venezuela, es evidente que el socialismo del siglo XXI llevó el bolívar a su muerte. La revolución chavista estableció un política de gastos desenfrenados e insostenibles, acoplados con la clásica receta socialista de nacionalizaciones y expropiaciones. Por años, las consecuencias negativas de estas políticas se escondieron detrás de los altos ingresos petroleros. El gobierno (y su vaca lechera PDVSA) ahora están en bancarrota y enfrentando una deuda de más de $140.000 millones de dólares.

Limitado por las crecientes sanciones internacionales y con la economía en caída libre —el PIB cayó más de 30 % desde el 2013, el año de la muerte de Chávez— el gobierno se encuentra en aprietos. Con una enorme cantidad de programas sociales, subsidios, y prácticas corruptas que mantener, solo ve una solución: continuar imprimiendo billetes.

Sin embargo, el aumento de precios y las limitadas opciones de financiación del déficit señalan que será imposible continuar con la misma estrategia por siempre.

Dolarizar: “Soluciona el problema, fin de la historia”, dijo Hanke, quién ayudó a implementar este régimen monetario en países como Ecuador y Montenegro. “Resuelve el problema literalmente de un día para otro”, insistió.

En Venezuela, como cualquiera que sobrevive en la economía de ese país puede reconocer, el dólar estadounidense reina en el día a día. Desde tratamientos médicos hasta repuestos de carro son cotizados en dólares.

“Venezuela se ha dolarizado espontáneamente”, dijo Hanke, explicando que el próximo paso lógico es que el gobierno lo oficialice, como lo hizo Ecuador en el 2001.

El economista enfatiza que la dolarización debe tener lugar antes que se pueda resolver cualquier otro problema en el país. La reestructuración de la deuda, los problemas financieros de PDVSA, la eliminación de los controles de precios, deben mantenerse en segundo plano. Por qué? Porque sin estabilidad el gobierno no tiene credibilidad, y sin credibilidad ninguna solución aguantará.

“La estabilidad no es todo, pero todo no es nada sin estabilidad. La única forma de obtener estabilidad en hiperinflación es dolarizar”, reiteró Hanke.

En un país donde el imperio de la ley desapareció, el dolarización provee disciplina monetaria y reglas al sistema de gobierno.

“Obliga a las autoridades fiscales a comportarse”, explicó el economista,“es lo que llamamos una restricción presupuestaria inflexible en el sistema”.

Sería entonces imposible acudir al banco central para imprimir billetes ya que con la dolarización, el gobierno no tiene autoridad fiscal. Por lo tanto, es improbable el gobierno actual acepte dichas condiciones.

“El actual gobierno no quiere la camisa de fuerza que viene con la restricción presupuestaria. Es por esto que un sistema dolarizado están bueno, limita a los políticos”, dijo Hanke.

La dolarización parece entonces ser viable solo en un escenario pos socialismo y dictadura.

Soluciones Alternativas

Algunos economistas abogan por una junta monetaria, donde el bolívar sería esencialmente un clon del dólar con un cambio fijo, 100 % respaldado por una reserva de dólar. Hanke ha apoyado y hasta ayudado a implementar este sistema en varios países.

En 1995 Hanke viajó a Venezuela para asesorar al presidente Rafael Caldera sobre la implementación de una junta monetaria en el país.

“Caldera reconoció que debería de haber algún tipo de cambio fijo y disciplina en el sistema”, dijo Hanke. Su propuesta incluía una junta monetaria como una entidad legal basada en Suiza donde también se mantendrían las reservas.

Desafortunadamente para Venezuela, Caldera no logró el apoyo necesario para esta medida. Hoy, dada la inhabilidad del gobierno chavista de seguir las leyes, ya no es una alternativa viable.

“No creo que en esta etapa sea apropiado para Venezuela, simplemente porque requiere una ley de junta monetaria y el estricto cumplimiento de las reglas” señaló.

El economista explicó que el caso de Venezuela se relaciona más al de las naciones que salieron del comunismo, con las cuales Hanke tuvo experiencia de primera mano.

“No es como un país latinoamericano que ha pasado de un régimen a otro”, refirió, “es un caso pos comunista donde se necesita una reforma bastante radical para poner al país en forma y regresar a la estabilidad”.

Por lo tanto, para Hanke, la dolarización es la única salida de la miseria para Venezuela: “todos los demás proyectos están destinados al fracaso”, concluyó.

“Hay que empezar con la dolarización. Si no se dolariza, todo lo demás fracasará”.

Fuente: Panampost

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