En el clásico más desigual de los últimos tiempos, por la regularidad que ha mostrado el Deportivo Táchira bajo la conducción de Eduardo Saragó, con una plantilla consolidada en el tiempo y en el juego, en contraposición con esta versión descolorida del Caracas, en el que los mejores talentos están a la orden de los mercados de piernas a la espera de ser fichados, era de esperar que el cuadro aurinegro estableciera las pautas del enfrentamiento y dominara con holgura en su templo sagrado de Pueblo Nuevo, ante una ferviente afición, aguijoneada, además, por la presencia de Fernando Aristeguieta, un antiguo verdugo del equipo, ahora en el banquillo del Caracas en su condición de novel entrenador.
Así fue durante buena parte del primer tiempo. El manejo de Maurice Cova, un templario del mediocampo por su fuerza para cortar y distribuir, por su fe inquebrantable para empujar a su equipo hacia el área contraria, unido al manejo de Daniel Saggiomo otorgaron al Táchira el monopolio del balón.
Caracas asumió sin sonrojarse la condición de equipo en minusvalía, pero con sus escasas municiones logró comprometer al aurinegro en una acción salida de la nada, en la que la habilidad de Ender Echenique, otro candidato a dejar pronto al equipo, sacó un derechazo cruzado que enmudeció el templo.
En tiempos del Gran Hermano que todo lo fiscaliza y condena como es el VAR, no se pueden incurrir en pecados veniales como levantar la mano para defender un centro al área, como hizo ingenuamente Renné Rivas ante un cabezazo de Anthony Uribe. El penal del lateral izquierdo destruyó lo que segundos antes había sido la obra maestra de Wuilker Faríñez.
Con un vuelo de águila y un manotazo providencial, había desviado el venenoso cabezazo de “Motatán” Uribe que iba inexorable hacia el encuentro con la malla. De nada sirvió la gran jugada del arquero del Caracas, porque el VAR descubrió la mano de Rivas y Cova demostró su categoría para convertir la falta.
Faríñez ha vuelto a ser el de siempre y lo evidenció otra vez tapando un riflazo rompemanos del colombiano Felipe Pardo, apenas regresaron de camerinos. Fue un partido de arqueros, porque del otro lado Jesús Camargo también le negó el segundo tanto a Echenique con un tapadón de sacar pecho.
Caracas también tiene de regreso la seguridad de Rubert Quijada, que conservó el empate llegando a tiempo para anticipar y tapar el hueco dejado por Rivas en su lento retroceso. El gol anulado al panameño Everardo Rose por un fuera de juego de VAR, evitó una epopéyica victoria del Rojo, que al menos sacó un punto valioso para salir de la crisis sistémica.